martes, 20 de agosto de 2013

si acelero, es para que me frene

Esta de moda eso de estar loco. Todos los jóvenes ahora nos sentimos almas libres y sin querer ataduras. Todos usamos las frases referentes a la locura, la defendemos a toda cosa, igual que los pacifistas hacen con su paz, los aficionados a la tauromaquia defienden que es tradición, y los hippies defienden una filosofía de vida.

Sí es verdad que tenemos locos y locos... los hay de no pensar, los hay de actuar, los hay de los que hablan y hablan, y luego nada. Hay cabezas pensantes tachadas de locas y dementes porque, posiblemente, sepan más que lo que saben algunos pero hablando menos.

Pero al igual que todo esto, creo que estamos locos solo por rebeldía, por cambiar las costumbres, porque estamos en edad de experimentar.

Al igual que eso, pienso que todos los locos esperan alguien que esté más cuerdo. Un punto en el que si se aferran, obtengan algo de equilibrio, nada de subidas y bajadas en ese punto exacto. Es estabilidad, es mirar hacia delante y tenerlo claro. Es decir, estar loco está muy bien, estar loco teniendo metas y objetivos está mejor.

Por eso mismo, estamos esperando ese punto de equilibrio, que no sabes quien es, ni cuando llega, ni como lo consigue. Pero lleve mucho o poco, a lo mejor con una simple mirada, o una palabra, hace replantearte tantas cosas que de tanto pensar, podrías explotar.

Y sí, yo se que soy tan independiente y despistada que me salto diez mil stops y ceda el paso. Pero también sé que necesito ese equilibrio justo, el que solo te dan los que lo tienen lo suficientemente claro, los que transmiten más que hablan. De esos que ves y dices: es así lo que quiero.


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