Siempre que alguien desaparezca de tu vida, no desaparecerá del todo. Sí, todo el que llega, pasa, deja su huella, su marca... Gandhi dijo una vez que las huellas dactilares no se borran de las vidas que tocamos. Son esas huellas las que nos identifican, las que hacen que una parte de nosotros se vaya con ellos, y que una parte de ellos se quede en nosotros. Sí, hay gente que nace para quedarse, para permanecer ahí, son las huellas dactilares que solo con sentirlas te ponen la piel de gallina, te erizan hasta los sentimientos, esas personas que, por muchos vaivenes que tengas, al final, en realidad, estarán ahí.
Pero los que se van, no se van sin un motivo, su lección ya ha sido dada, te han enseñado, bien sea por un golpe o por tenderte la mano para levantarte. No sabes para o por qué, pero se fueron. Pero su huella permanecerá contigo, y probablemente la encuentres en cualquier rincón de tu cuerpo o de tu mente, detrás de miles de huellas.
Lo mejor de las huellas es que siempre llevan un recuerdo detrás, y sea bonito o feo, es lo que está haciendo que seas como eres, aunque no te transmitan nada, aunque sea una huella de un desconocido, seguro que de una forma u otra te ha cambiado.
Y si te fuiste, que te vaya bien, pero te aseguro, que en una parte de ti siempre me llevarás contigo, espero dar la talla como huella, y acelerarte la respiración, y que siempre, siempre, al final de la historia, sonrias por ello.
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