lunes, 11 de junio de 2012

¿Qué es lo que queda cuando, en realidad, no queda nada?

Una mañana de domingo, rara. Una taza de café que no se llegó a acabar, una cama que se ha quedado grande. Olor peculiar, colonia one million. Restos de lo que fue la noche anterior: botellas vacías, vasos con lo que fueron hielos, ya derretidos. Nos dejamos llevar por el alcohol, la noche... es lo que queda de esos sueños. 


Te sientas, reflexionas. Que pequeños somos, que poco importamos, somos un pequeño punto de un ensayo de miles de páginas, un capítulo de una obra que jamás se va a estrenar, ese pizco de goma que se queda en unos ejercicios confusos. Como yo. Un día vives en una nube. Otro día te ves en el inframundo, sin fuerzas para salir. Nos formamos a través de lo que vivimos, nuestras experiencias conforman una historia, diferente y peculiar, única, de ahí que cada persona es un mundo. Cuéntame tu historia, y te contaré mi personalidad. Será una bonita y entretenida velada. Fíjate en aquel del fondo. No sabe dar un paso en falso, se siente inseguro, pero no dejará que tu lo notes, tienes que saber mirar. Sufrió bastante. Incluso el más duro se formó por palos. Y es que en la vida nadie nació con el manual de instrucciones. La vida es eso, es no saber que te vas a encontrar mañana, que te depara el futuro, quien está en aquella puerta, esperando una historia nueva. La vida es aprender a vivir viviendo, soñar despierto, perseguir sueños. 


¿Si la gente nace enseñada, que le queda por aprender? ¿Dónde dejarías la esencia de crear tu propia vida? 



Respira, aun te queda mucho por vivir...

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